CULTO AL MIEDO EN EL ESCENARIO POLÍTICO

Por: Jairo Torres Oviedo

Rector de la Universidad de Córdoba

El miedo ha sido en la historia de la humanidad; un dispositivo de control que tiene como propósito el poder para neutralizar, impedir y manipular la subjetividad de amplios sectores de la sociedad en función de personas, ideologías y doctrinas; lo que reafirma, que el miedo sí es una forma de ejercer el poder. Como forma de poder, sus manifestaciones son diversas; esto, de acuerdo con los momentos y situaciones que intenten controlar; pero, no hay que olvidar, que también es permanente. Me refiero al poder que somete y manipula la voluntad de otros, a su propia lógica; es un poder no consensuado. Esta forma de concebir y abusar del poder ha sido efectiva en distintos momentos de la historia. Hagamos un repaso sobre la efectividad del miedo en distintos estadios evolutivos: La esclavitud, en la que se hizo creer a las personas negras, que eran inferiores; incluso, negando su condición de seres humanos a tal extremo de llegar a creer que estos no pensaban. Las herejías del mundo teocéntrico impedían pensar el mundo por fuera de la narrativa religiosa y en el mundo feudal la relación del señor de la gleba y los siervos. Estos casos tienen algo en común; y es, la construcción de un discurso repetitivo y difundido de manera sostenida en el tiempo, el cual es interiorizado, afianzado y repetido por amplios sectores de la población, convertido en una especie de verdad absoluta.

Lo anterior, es una de las maneras cómo el miedo se transforma en poder. Pero, en los ejemplos mencionados; la narrativa construida era acompañada permanentemente por violencia física y psicológica con el fin de lograr el control. No obstante, los tiempos y formas han cambiado. En la premoderna cultura política colombiana hemos presenciado por décadas la efectividad del miedo como estrategia de poder político, un miedo ejercido de muchas maneras y formas, representado en: masacres, desplazamiento forzado, desapariciones, secuestros, exterminio político etc., con resultados que la sociedad colombiana ha vivenciado. Estrategias del miedo perfeccionadas y efectivas en el escenario político; donde no es necesario la violencia física; sino grandes meta relatos y discursos sobre ideales de lo bueno y lo malo; ampliamente difundidos de manera recurrente por los grandes medios de comunicación que han olvidado intencionalmente su responsabilidad ética y formadora. Los efectos del miedo difundido es la polarización política, dividiendo el país político y nacional entre buenos y malos, sometiendo la democracia a un ejercicio caricaturesco, vacío, de mutua satanización y carente de propuestas sobre el proyecto de nación que necesitamos construir.

Por consiguiente, el miedo infundido es lo que prevalece en el escenario político electoral; con dos opciones claras: la izquierda y la derecha, donde vencerá quien logre disipar y minimizar esos miedos de un lado y del otro. Pero al final se empobrece la democracia y se anula la libertad y autonomía ciudadana. El voto debe ser un ejercicio libre, autónomo y razonado. Está en juego la conducción del Estado y el pensamiento que lo debe liderar. El ejercicio libre de la ciudadanía definirá si avanzamos al presente o regresamos al pasado.

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