Comunicación y mentalidad ganadora
Por Orlando Benítez Quintero.
“No puede ser que perder se convierta en una tradición colombiana y que los medios y el público lo normalicen. Corremos el riesgo de que las nuevas generaciones lo acepten y se vuelva parte de nuestra cultura—si es que ya no pasa. Talento sobra, falta mentalidad ganadora”, comentaba recientemente en la red social X. Esta opinión, motivada por la preocupación ante la conformidad con los resultados de los deportistas colombianos en competiciones internacionales, me lleva a indagar y reflexionar sobre el papel que los medios de comunicación desempeñan en la construcción de esta mentalidad colectiva, en este caso para un tema que despierta tantas pasiones como el deporte.
Es indudable que los medios de comunicación, incluidas las ahora dominantes plataformas digitales, ejercen un poder significativo sobre la opinión pública. Como señaló el teórico argentino Héctor Schmucler—incluso tiempo antes del auge de las redes sociales—, la comunicación mediática no solo ha ampliado su presencia, sino que también ha incrementado la incertidumbre sobre su impacto en la vida de las personas. Esta realidad nos plantea una pregunta crucial: ¿cómo influye lo que comunicamos en la mentalidad colectiva de nuestras audiencias?
La respuesta a esta pregunta cobra especial relevancia cuando analizamos el discurso que rodea a las derrotas deportivas. Los medios, al limitarse a expresiones como “Lo dieron todo”, “Aunque no se alcanzó el objetivo, qué grande es…”, o “Es que la decisión de los jueces incidió en el resultado”, ofrecen consuelo, pero contribuyen a la peligrosa normalización de la derrota. Mauricio Cabrera, quien se autodenomina en redes como terapeuta de contenidos, señala que es fundamental “explicar, mas no justificar” para evitar perpetuar la conformidad con resultados negativos. Dice que se deben buscar “razones solo para tener una explicación de lo que ocurre, nunca para justificar su reiteración”. ¡Eso! Explicar mas no justificar, ese es un buen inicio para no volver a caer en la tendencia derrotista.
El técnico colombiano Francisco Maturana popularizó la frase: “Perder es ganar un poco”, una expresión que, en su momento, cuando Colombia apenas emergía en el deporte internacional, sirvió para consolar en épocas de triunfos escasos. Sin embargo, en la actualidad, con la inmediatez de la información y el aumento del número de deportistas de élite, esta idea puede ser contraproducente. Hoy, más que nunca, necesitamos un discurso que refleje la realidad de nuestros logros y aspire a la victoria, en lugar de conformarse con excusas.
El profesor peruano León Trahtemberg, en una entrevista con el portal Tiempos Mundo, analizó la relación entre la mentalidad de la sociedad peruana y el desempeño de su selección de fútbol, argumentando que las constantes derrotas reflejan una falta de predisposición hacia una mentalidad ganadora, señalando que siempre se alude a “victorias morales” que no se convierten en victorias reales. Sugiere que esta mentalidad solo puede transformarse si se produce un cambio integral en todos los ámbitos de la vida: político, empresarial, profesional, científico y, por supuesto, deportivo. Esto implica replantear la educación, dejar de lado la mentalidad de derrota y comenzar a actuar como personas ambiciosas, deseosas de liderar y triunfar -ejemplos hay en el continente-. “Mi tesis es que el fútbol es una metáfora de la sociedad peruana que inconscientemente no está predispuesta a una mentalidad ganadora, lo cual queda expresado una y otra vez con tantísimos partidos bien jugados pero perdidos, o campeonatos bien iniciados que luego se concluyen con derrotas consecutivas”, dice en una descripción muy similar al contexto colombiano.
En esta discusión no se puede pasar por alto el papel de los estereotipos en la construcción de narrativas mediáticas. Cora Edith Gamarnik, licenciada en Ciencias de la Comunicación, explica que los estereotipos, al simplificar y generalizar la información, refuerzan consensos que limitan nuestra comprensión de los otros y de nosotros mismos. En el contexto deportivo, esta simplificación puede llevarnos a aceptar la derrota como algo inevitable, en lugar de profundizar en las verdaderas causas e impulsar el trabajo hacia el éxito.
Como comunicadores, tenemos una responsabilidad ineludible: elevar la calidad de la información que transmitimos para evitar que la derrota se convierta en parte del paisaje cultural. Es nuestra tarea fomentar una mentalidad orientada al éxito, la superación y la victoria. Al asumir este compromiso, no solo contribuimos a una narrativa más constructiva, sino que también impulsamos un cambio en la sociedad. Debemos ser los agentes que cultiven una cultura de triunfo, donde el éxito no sea una excepción, sino la norma que guíe nuestras aspiraciones y logros.