Aumento del plástico de un solo uso en la pandemia carece de normas de compensación con el ambiente: expertos en Conéctate con la U
Si bien por las medidas de autocuidado y de bioseguridad tanto en Colombia como en el mundo ha aumentado la producción de plásticos de un solo uso, ese comportamiento que favorece a determinado sector de la industria, ha estado carente de normas que exijan una compensación con el ambiente, incluso que condicione el tratamiento y disposición final de dichos elementos.
Así coincidieron sendos invitados del programa Conéctate con la U, de la Unidad de Comunicaciones de la Universidad de Córdoba, en su reciente emisión: la decana de la facultad de Ingenierías de esta alma mater, Angélica Bustamante Ruiz, ingeniera sanitaria y ambiental, magíster en Gestión Ambiental; y el subdirector de Gestión Ambiental de la Corporación Autónoma, CVS, Albeiro Arrieta López, biólogo egresado de Unicórdoba, magíster en Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente.
“Existe un impacto negativo asociado al uso y a la descomposición, en el país solo tenemos en este momento regulación o especificidad sobre el tema del consumo de bolsas plásticas. Sin embargo, existe una política de producción y consumo sostenible, para productores, comerciantes y consumidores a ser responsables con el ciclo de vida del producto, pero legalmente no hay una obligación para ellos”, advirtió la decana de la facultad de Ingenierías de Unicórdoba, Angélica Bustamante.
Al respecto el subdirector de Gestión Ambiental de la CVS, hizo una crítica a las formas de regulación en el país, y sugirió que los esfuerzos estatales deben estar enfocados a exigir la reconversión tecnológica de las industrias altamente contaminantes, no sólo en la forma de producir sino también en la disposición final de los empaques que llegan a las casas y al comercio.
“Encontramos que estos plásticos son altamente contaminantes desde el inicio de la cadena productiva, línea de consumo y disposición final. Existe siempre un gran daño ambiental, que obedece a que tenemos unos sistemas normativos y un ejercicio estatal muy deficiente en este tema, es decir, es una decisión de carácter político, de lo contrario muy seguramente vamos a seguir con los ríos y océanos contaminados y con problemas de salud pública”, recalcó el egresado de Unicórdoba y funcionario de la CVS.
Las apreciaciones de Bustamante y Arrieta coinciden con la reciente advertencia que en ese mismo sentido hizo el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, al precisar que el consumo de plástico ha aumentado tanto para uso doméstico como para uso hospitalario.
Arrieta, adicionalmente entregó un parte de tranquilidad con relación al manejo y disposición final de los residuos hospitalarios en los municipios de córdoba durante la pandemia, así como del manejo de cadáveres desde las clínicas, hasta la inhumación.
Sugirió que es necesario mejorar la cultura de separación en la fuente, especialmente en el ámbito doméstico, para evitar una contaminación cruzada desde el punto de vista de la bioseguridad y en esta época, por lo menos hacer una separación adecuada para minimizar los riesgos en los operarios del servicio de recolección y disposición final de residuos sólidos.
Al respecto la doctora Angélica Bustamante sugirió que el proceso de retirar los residuos de la hospitalización en casa, cuando se trate de enfermos COVID positivo, debe ser responsabilidad de las EPS y no de los familiares del paciente.
El uso del pito no dejó reducir a su mínima expresión la contaminación por ruido
En el marco de su intervención en Conéctate con la U, de la Universidad de Córdoba, la decana de la facultad de Ingenierías, Angélica Bustamante Ruiz, sostuvo también que de acuerdo con mediciones que se adelantaron durante la cuarentena, la contaminación por ruido en Montería no se redujo de forma considerable o por lo menos como se esperaba.
“Entre otros factores tenemos que en la ciudad se utiliza mucho el pito en los vehículos, aunque se haya reducido el tráfico, se trata de una costumbre muy marcada en esta cultura, saludar con el pito, además algunos transportadores también lo utilizan para anunciarse ante los pasajeros. Eso tal vez influyó en que los niveles de ruido en la ciudad no bajaran, hay que generar educación alrededor de este tema”, sostuvo la decana.
Argumentó su explicación la docente unicordobesa en la resolución 627 de 2006 (por la cual se establece la norma de emisión de ruido y ruido ambiental), del Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, que establece que para zonas comerciales los niveles deberían estar alrededor de los 65 decibeles, horario diurno, lo que no alcanzó a cumplirse en la pandemia, pese a que sí hubo una pequeña reducción.